‘’ …Era el mar de los caracoles,
Mar prisionero, mar distante,
Que llevábamos en el bolsillo
Como un juguete a todas partes…”
Mar prisionero, mar distante,
Que llevábamos en el bolsillo
Como un juguete a todas partes…”
Poema desde un caracol,
Gabriel García Márquez.
‘’Estoy de verdad admirada, veo esto muy vacío” dice Karlita
durante una solitaria noche de trabajo, “a esta hora siempre está lleno, no se
puede ni caminar’’. Una muchacha de 19 años, de piel pálida y unos grandes ojos
cafés que evidenciaban dulzura que trabaja en el mundo de la prostitución hace
cuatro años. ‘’La
administración municipal vende a una ciudad netamente turística, generando
corresponsabilidades a los hoteleros, empresarios del turismo y la comunidad
para que no acepte este tipo de actividad para no vender a la ciudad como
destino de prostitución…’’, nos comenta el señor Carlos Figueroa, jefe de
prensa de la Alcaldía Municipal de Cartagena de Indias, sentado frente a una
foto del ex- Alcalde fallecido a principios de este año. Pero a pesar de tan duro esfuerzo por la
huérfana Alcaldía, cuando se camina por las calles empedradas de Cartagena estas
campañas de concientización brillan por su ausencia.
‘’La mayoría de turistas son de Estados Unidos, España e italianos; de
Latinoamérica vienen brasileños, chilenos y argentinos’’, menciona un trabajador
del hotel Caribe, conocido por el escándalo de Abril del 2012 de prostitución
que involucró a los agentes de seguridad del presidente Estadounidense Barack
Obama. Según este empleado de hotel, la Semana Santa y diciembre son temporadas
altas para las familias mientras el resto del año lo es para parejas y jóvenes solteros.
‘’Cartagena
no es diferente a otras grandes ciudades de Colombia como Cali y Bogotá’’
afirmaba el sub-teniente Carlos Riasco. sentado en su oficina de Policía ubicada
en pleno centro de la ciudad Antigua de Cartagena de Indias. Si en algo se
podía estar seguro es que Cartagena de Indias tiene mucho más que ofrecer además de su alquiler
de bicicletas, sus playas llenas de carpas y su trágico Museo de la Inquisición.
Después de negarse la oportunidad de hablar con alguien sobre ‘’turismo’’ en el hotel Hilton, el
taxista –lleno de información turística– nos comento: “acá se ve mucho eso, un
día una chica me contó que un gringo le pagó 400 dólares, que le había pedido
regresar el día siguiente pero dijo que no prueba lo mismo dos veces. Era una
chica muy bonita y joven seguramente no era costeña’’. En un paralelo con la
realidad Colombiana, se puede notar que aún en este mundo existen jerarquías.
En Fragma, una de las discotecas más frecuentados por turistas en
Cartagena, se observan por un lado un grupo de cinco mujeres morenas con
vestidos llamativos, que miran a todos lados con expresiones de descontento y
ansiedad mientras que del otro lado dos mujeres con cabellos largos, vestidos
elegantes tocaban y despedían a dos hombres, uno calvo y el otro con abundante
cabello rubio caoba, antes de reingresar tranquilamente a la exclusiva
discoteca.
‘’Generalmente las del interior son prepagos y las de acá trabajan como
prostitutas en las calles’’, enfatizó el señor taxista, quien nos dirigía a la
calle de la Media Luna, un lugar históricamente de prostitución cuyos niveles
de violencia se han reducido drásticamente en los últimos años. Después de
llegar al hostal, en la Carrera 10C, mientras almorzamos, una persona de caderas
y glúteos abundantes y de apariencia femenina, con la cara llena de cirugías
pidió un almuerzo para llevar, tenía una peluca rubia con un caminar cansado
pero con una estable voz ronca.
Al avanzar por uno de los ‘’bares’’ más conocidos de Cartagena Elektra
Club, donde se encuentra fácilmente servicios de prostitución, en medio de un
pasillo de una antigua pero entretenida casa Cartagenera, iluminada sólo por
intermitentes destellos rojos y morados me encontré llegando a su segundo
trabajo el camarero con aspecto pálido que trabaja en el bar de Rock & Roll
de a lado y es que en casi todas las actividades económicas o intercambios
comerciales la permeabilidad de la prostitución es perceptible a pesar que las
estadísticas nacionales reflejen poca información sobre este fenómeno.
En el breve patio de la antigua casa pasa una joven de aspecto extraño
porque se veía cándida en medio de tantas personas con visible ansiedad sexual,
parecía agradable ya que no le costaba nada sonreír en tan pesado ambiente la
chica parecía hasta ingenua, fuera de lugar. Con cabellos sueltos, falda de
lona y una camisa de pequeñas florecitas rosadas, parecía recién salida del cine.
La vista se pierde fácilmente por los personajes presentes. El dueño europeo
del establecimiento junto con el soñoliento vendedor de cigarrillos y chicles
contrastan a la camarera del bar, la cual al ser interrogada con aparente
incomodidad admite que no le gusta su trabajo y que hubiera preferido ser
doctora. De pronto alguien saluda, era ella, la chica de las florecitas. Al
comenzar a tomarse la cerveza se propició una casual plática que nos hizo
entrar en confianza a tal punto que por alguna razón después de quince minutos
estábamos tomando un taxi camino a otro
lugar para seguir ‘’la fiesta’’ pues la noche, de todos modos, estaba ‘’floja’’.
‘’Toda oferta tiene demanda y toda demanda tiene oferta’’, menciona
Carlos Figueroa. Y continua: “hoy señalan a esta ciudad como un destino que
ofrece servicio de prostitución, también viene gente inescrupulosa de otros
territorios a buscar este servicio. Se debe generar corresponsabilidad, es
decir responsabilidad colectiva, para evitar que esto se siga dando en una
ciudad tan bella como la nuestra’’, afirmó el jefe de prensa de la Alcaldía en
presencia de la generosa brisa del ventilador parqueado en su oficina.
Nacida en Boyacá, Karlita, una muchacha muy alegre, bailaba con toda
la energía típica de una chica de 21 años a pesar que este segundo lugar estaba
vació, de hecho no había tantas de mujeres con vestidos cortos y lentes de sol
a las 6 de la manaña, llamativo patrón de vestimenta en las cinco señoritas
presentes en el lugar. Al final de la jornada, mientras caminamos sobre la
arena de la playa de Cartagena, Karlita comenta cómo había llegado a la costa
Colombiana hacia 4 años cuando aún tenía 17 años.
‘’Yo vine hace cuatro años porque estaba enamorada, pero las cosas ya
cambiaron, él ya no es el mismo. Como el maneja un grupo de niñas casi no me
busca pero ya conocí a otra persona. Está en México pero siempre estamos en
contacto, quiere que lo vaya a visitar y creo que lo voy a hacer. Confío en él’’.
De alguna manera terminamos en la playa, posiblemente haya sido la necesidad de
nivelar la intensa noche que todos habíamos tenido con esa calma que el mar
sabe dar. Mientras sus pupilas se llenaban de alegría al meterse al mar a las
siete y media de la mañana de ese martes. Al salir del agua, sentada en la
arena, Karlita admitía que esta era la manera que ella podía salir adelante
porque estaba sola y sus padres en Boyacá no tenían dinero para apoyarla.
Mientras compartía esto, sus ojos estaban mirando sin mirar, perdidos en las
olas.
’’Prostitución
local si hay’’, aseguró el jefe de prensa de la Alcaldía, ‘’pero encontramos
muchas mujeres del interior del país, como antioqueñas, bogotanas, boyacenses,
caleñas, muchas vienen por la oportunidad del puerto y de los extranjeros como
fuentes monetarias’’.
‘’Cartagena
recibe cinco regalías Estatales o partidas extras por ser la mayor ciudad turística
de Colombia, patrimonio histórico y puerto petrolero. Con estas condiciones
superiores aún se dan condiciones de desigualdad. Mientras las chicas del instituto comienzan a
salir de clases con sus bebés en brazos el entrevistado comenta: ‘’Cuando se
compara cómo acá encontramos el metro
cuadrado más costoso de Colombia (cinco o siete millones metro cuadrado),
conviviendo con zonas como Cerro de la Popa, Barrio el Pozon y Olaya, lugares
donde habitan la mayoría de nuestras estudiantes’’ comenta un empleado de la
fundación Juan Felipe Gómez Escobar al ser entrevistado.
Mientras continua con su apasionado argumento a las cuatro de la tarde
el señor asegura: ‘’acá los padres sexualizan a los niños desde pequeños, además
hay una apatía de los padres hacía la educación de sus hijos. Es claro que hay
que empoderar a los jóvenes con educación para que este lugar cambie.’’
Mientras que el sub-teniente Riasco asegura’ que ‘’hay pocas denuncias
de abuso o violencia hacia las prostitutas en Cartagena’’, el representante de
la Alcaldía una hora después dice que las denuncias han aumentado y que se han
recibido 150 en lo que va del año. Lo normal en Cartagena de Indias es que a
medianoche, y si es posible antes,
entres a un bar donde se escuchan Rolling Stones y veas a un extranjero
de avanzada edad tocando la pierna de una dama mientras otra -que trae puesto
el mismo vestido en diferentes tonalidades- le acaricia la barba.
Con el hecho que la prostitución es legal en
Cartagena, este complejo fenómeno pasa desapercibido por las autoridades
locales porque acá cualquier mujer puede ser parte de este motor de la economía
cartagenera. Camino de
regreso a la Media Luna, estando aún en La Ternera, ubicación donde se
encuentra la fundación Juan Felipe Gómez Escobar, al parar una mototaxi, el
taxista confirma su aparente familiaridad con el mundo de la prostitución, y
para mi sorpresa me pregunta: ‘’¿vienes de dar servicio, cuándo te puedo
visitar?’’. Y es que después de compartir una noche con una joven prostituta, es
fácil que ella pueda reflejarse en mí
como yo en ella.