lunes, 11 de febrero de 2013

Carta a un amante



        Al escribir estas pocas pero sinceras lineas, solo espero que comprendas algunas inquietudes en las que pienso muy a menudo. Desde hace mucho tiempo me he vuelto, como muchas, hasta cierto punto presa del narcisismo, ya sea algo nato o cultivado en mi desde chica para encajar con la enferma sociedad donde existo. Te explico, este deseo de verme bella, de sentirme querida y deseada supongo que es natural, fruto de nuestra humanidad, nuestra anatomía, nuestros procesos biológicos pero segura estoy que algo anda mal y no quiero ser presa fácil de la banalidad. Tengo miedo del occidental constructo social del envejecimiento, porque considero que no apreciamos suficiente el arte de existir, la bendición de los años. Generalmente hablo de muchos problemas psicosociales acarreados por las mujeres, no te voy a engañar, esta vez no será la excepción. No quiero siempre personificar el nivel de mi ego como reflejo de mi apariencia; amante mío, lo único que quiero es que en la intimidad aprendas a verme mas allá de la piel que me cobija, de las caderas que contornan mi figura, de las tetas que cuelgan de mi pecho, de las nalgas que me amortiguan. En un futuro no sé que tan lejano notaremos nuestros cambios físicos, tanto tu como yo somos parte y sólo parte de la existencia, por lo tanto debemos honrar ese destino, no pretendiendo condensarnos en el tiempo, quiero que me quieras por la compañía de mis manos, por la sonrisa que no pretendo evitar para demorar la aparición de arrugas (por cierto de felicidad), por los pensamientos que salen de mi cabeza, por la pasión de mi espíritu. 

        Ruego al cielo que siempre nuestras conversaciones nos hagan crecer juntos, que nuestras inquietudes desafíen cada día nuestro acomodado status quo cerebral, quiero que goces de mis alegrías, que me acompañes en mis infortunios, que no te asustes cuando las cosas vayan mal que para fracasar en el marco convencional del triunfo soy una experta. Si es tu voluntad amame, pero amame no como erradamente nos han enseñado a amar, de una manera superficial y desconfiada, amame por mis imperfecciones que son muchas, porque yo al igual que tu estaré acompañandote en el camino de la vida, no por tu apariencia momentánea. No pretendo congelarte, por favor, no me congeles, no me hagas sentir que mis accesorios y mi apariencia de una noche será el punto de partida y tal vez punto final de mi constitución como ser humano, no me conviertas en un mueble que tiene que ser preservado, no me congeles, no compres las ideas baratas y vacías de belleza que nos venden en la calle, no me congeles! Ayudame a entender que hay que comer los platos más ricos porque no hay razón de dejar de saborear esas delicias para compensar una figura perfecta; ayudame a entender que el vino y la cerveza no arruina mi complexión, ayudame a atreverme a salir al sol y a comprender que la piel muta como mutan los pensamientos que al igual que ellos no se arruina sino evoluciona, ayudame a no evitar desvelarme por amor porque las ojeras pueden adornar de una manera muy linda mi cara. En fin, ayudame a olvidar que la maternidad echara a perder mi cuerpo e inflará mi cara. Amado mio, liberame y se feliz conmigo!